Desconocidas y Fascinantes-Tórtola Valencia, con Paz Montalbán.




InOutradio, la radio lésbica show

Summary:   Tórtola Valencia: la bailarina de los pies sabios con Paz Montalbán. Culta, libre, bella, moderna, autodidacta, viajera, desafiante, impulsiva, sensual, misteriosa, temperamental, cautivadora, contradictoria, ecléctica, precursora, exótica, políglota, insinuante, budista, vegetariana, coleccionista, republicana… En una palabra: legendaria. Hablamos de la bailarina Tórtola Valencia una de las tres grandes de la danza de principios del s. XX. Incomprendida en España en sus inicios para luego ser admirada en todos los escenarios. Fue musa de poetas y de intelectuales españoles ilustres. Aplaudida en países tan dispares como Alemania, Reino Unido, Francia, Austria, Dinamarca, Grecia, Estados Unidos, Rusia, Chile, Brasil, Cuba, Perú, Uruguay, México… En Hispanoamérica, donde tuvo un enorme éxito, conoció al amor de su vida: Ángeles Magret-Vilá. También fue icono de la marca de cosméticos Myrurgia a la que prestó su imagen para “jabón la Maja”, fue retratada por pintores como Ignacio Zuloaga o Anglada Camarasa, entre otros. Carmen Tórtola Valencia, nacida en Sevilla en el año 1882, de padre catalán y madre andaluza fue una mujer de dos caras: Carmen la mujer real y Tórtola Valencia, un personaje ficticio construido a conciencia, envuelto de historias sorprendentes -sobre todo en lo que se refiere a su vida amorosa o a su origen familiar- y con un halo misterioso que ella se encargaba de alimentar y que la hacían más fascinante -si cabe-. Tórtola se educó en Londres en el seno de una familia de la alta burguesía que le proporcionó una formación muy amplia: cinco idiomas, estudios de danza, música y dibujo, ya que sus padres tuvieron que emigrar a México a buscar fortuna donde murieron al cabo de poco tiempo, dejándola huérfana. Hay una fecha clave en su biografía: el año 1906 en el que muere el que fuera su tutor y Tórtola tuvo que tomar las riendas de su vida. Descartó contraer matrimonio porque consideraba que ello significaría encorsetarse, así pues debía ser una mujer independiente económicamente. Consciente de su situación decidió dedicarse profesionalmente a su gran pasión y vocación: la danza. Es en este momento en el que empezó a forjar su corpus estético y artístico que tanto impactó: la creación de las coreografías, la documentación rigurosa de otras tradiciones o el diseño del vestuario -que ella misma realizó-. El año 1908 debuta en el Gaiety Theatre de Londres donde tuvo buena acogida. Poco después hizo una pequeña gira europea actuando en ciudades como Berlín, Viena o París donde fue encumbrada como la “Bella Valencia”. En España debutó en el año 1911 en el Teatro Romea de Madrid y fue un fracaso sin precedentes. Tórtola decidió pasar página ante la incomprensión del público español. Cabe tener en cuenta que Tórtola Valencia supuso una ruptura para el público, acostumbrado a los espectáculos de corte clásico o de varietés que no tenían nada que ver con el estilo rupturista, vanguardista de la bailarina española. Sus bailes estaban llenos de influencias orientalistas, indias, africanas y árabes, reinventadas según su honda intuición y manera de entender la danza. Todo ello fue fruto de las investigaciones que realizó durante sus innumerables viajes, las lecturas y las visitas a distintos museos y archivos con las que se documentaba. Podríamos considerarla una arqueóloga de la danza. La artista española fue coetánea de Isadora Duncan o Anna Pávlova otras dos grandes de la danza y como ella misma declaró sin ningún tipo de pudor, eran las tres mejores bailarinas del momento. En 1913 actúa de nuevo en España, en el Ateneo de Madrid, donde finalmente obtiene un éxito rotundo. Cuatro años más tarde, en 1917, hizo distintas incursiones en el cine mudo con filmes como “La Pasionaria” o “Pacto de lágrimas”. Todo este universo estético y artístico tan personal fue lo que cautivó a intelectuales, artistas, periodistas y público de todo el mundo. En España miembros de la generación del 98 como Valle-Inclán[...]