Desconocidas y Fascinantes: Dora Carrigton con Kika Fumero.




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Summary: Dora Carrigton: Amor incondicional con Kika Fumero Es fácil enamorarse de una mujer tan compleja y sencilla a la vez, colmada de una sensibilidad artística que le bombeaba la sangre y la mantenía viva. Es casi natural querer a alguien con su corazón. Sin embargo, ella se enamoró de un ser que representaba el agua: por más que intentó retenerlo, siempre acaba deslizándosele entre los dedos. El accionista mayor de su alma fue el escritor homosexual Lytton Strachey. Desde el día en que lo conoció, la vida sentimental de la pintora británica Dora Carrington estuvo marcada por un punto y aparte. Su obra también se vio condicionada por él. La atracción fue mutua: ambos se sintieron fascinados por el otro. Brotó la admiración, el respeto y un amor complejo, que fueron materializando en muy distintas formas a lo largo de los años. Dora se enamoró perdidamente de Strachey, pero, a pesar de haber sido amantes, la homosexualidad de éste le impidió corresponderle como ella hubiera deseado. Su relación con Lytton la vinculó indirectamente al grupo Bloomsbury, el mismo al que pertenecían Virginia Woolf y Vita Sackville, entre otras. Este círculo reivindicaba el sexo y lo liberaba de toda culpa o vergüenza. La ideología del grupo casaba de maravilla con la vida bohemia de Dora y con su defensa de las relaciones sentimentales abiertas. En este marco se desenvolvió siempre con Strachey. Y bajo estos códigos le fue posible mantener una especie de matrimonio a tres, tan típico en el ambiente en que ambos se movían. Mientras vivía con Lytton, conoció a Ralph Patridge. Ambos se enamoraron de él. Dora y Ralph contrajeron matrimonio. El trío se fue de luna de miel a Venecia y vivieron juntos, de 1924 a 1932, en la casa de Ham Spray que compró Strachey. Pero la carne es débil y la necesidad de sentirse amada acuciaba y arrasaba con su deseo. Carrington no se sentía satisfecha en el plano sentimental y no se resistió a los brazos de mujeres como Henrietta Bingham y Julia Strachey. A la primera, hija de un embajador americano, la conoció en 1923, cuando Dora contaba con tan solo 20 años. La relación podría verse también como un ménage à trois, ya que Henrietta había sido anteriormente amante de Strachey. A Julia Strachey, novelista y sobrina de Lytton, la conoció en 1925. Las frecuentes visitas de Julia a Ham Spray, tuvieron como resultado un romance entre ambas. El affaire no duraría mucho, ya que en 1927 Julia se casaría con Stephen Tomlin, quien fuera amante poco tiempo atrás de Henrietta. ¿Me siguen? Sí, lo sé, el grupo de Bloomsbury se enreda y se enreda. Toda un maraña de relaciones sentimentales que se entrecruzan en un sinfín de combinaciones. Encontrar en este grupo a un miembro heterosexual era difícil. Lo común y habitual eran las relaciones homosexuales y bisexuales. No olvidemos que una de sus máximas era el amor y el sexo libre. Rendirse ante los placeres del cuerpo. Sin tapujos. Sin prejuicios. En el trascurso de todos estos años, nuestra pintora surrealista retrató a la inmensa mayoría de sus amantes. En especial a Lytton, ¡qué duda cabe! Y lo hacía con una delicadeza suprema, plasmando en sus lienzos las formas sutiles y amaneradas de su amado. Lo inmortalizó leyendo, escribiendo… en un intento por reflejar su gran pasión por las letras. Dora no fue conocida en vida por su obra. De hecho, no fue hasta más de ocho décadas después de su muerte, cuando las obras de Dora Carrington comenzaron a ser reconocidas en el mundo del arte. Pintaba en busca del propio placer y no tenía interés en entregarse al público. Decoró un gran número de paredes de casas de amigos y pintó cuadros para muchos de ellos. El arte la colmaba y Dora se dejaba llevar plasmándolo en infinidad de superficies: muros, lienzos, madera, telas, vajillas…  Canalizaba así sus sentimientos y permitía que brotaran al exterior, que no la consumieran por dentro. ¿No se preguntan qué pasó con Ralph Patridge, el tercero en discordia, marido de Dora? En 1926, comenzó una rela[...]