El chico perezoso




Cody's Cuentos show

Summary: En un día soleado el padre de Paul, que era pescador, le pidió a su hijo que fuera a buscar leña al bosque, porque el día siguiente iba a llevarlo en barca a ver las ballenas y necesitaba esa leña para encender la lumbre y preparar un buen desayuno antes del viaje. Pero aquella mañana Paul estaba muy cansado. -¡No es justo!  -murmuró-.  No quiero ir a buscar leña al bosque, hoy quiero descansar. Pero de todos modos se dirigió al camino que llevaba al bosque. Mientras caminaba por él, vio un árbol solitario sin ninguna hoja. -¡Hoy es mi día de suerte!  -exclamó-.  Este árbol desnudo es perfecto como leña, porque está muerto y seco. Así no tendré que ir al bosque, aunque mi padre me haya dicho que lo haga. Descansaré un poco en este lugar y después tomaré algunas ramas. Paul se sentó al pie del árbol y se puso a contemplar el hermoso mar brillando bajo la luz del sol. Poco después se quedó dormido. Al cabo de varias horas se despertó sobresaltado. Se estaba haciendo de noche. “¡Oh no! ¿Cuánto hará que me he quedado dormido?”, se preguntó. Poniéndose de pie de un salto, trepó al árbol y se puso a romper frenéticamente las ramas. Pero, a pesar de las apariencias, el árbol no estaba muerto, las ramas estaban verdes en el interior y llenas de savia. Al intentar romperlas, tiró de ellas y las retorció tanto que una le dio un latigazo en un ojo al soltarla. -¡Ay! –exclamó dolorido. Cuando ya había partido bastantes ramas, las apiló sobre sus brazos y se fue corriendo a casa. Al llegar las dejó afuera en un montoncito antes de irse a la cama. A la mañana siguiente la madre de Paul se levantó para preparar el desayuno, y al recoger la leña e intentar encender la lumbre, las llamas tan sólo parpadearon un poco y se apagaron enseguida. Cuando su marido regresó, aún no había conseguido que ardiera la leña. -Lo siento, pero el desayuno no está listo. Esta leña está tan verde y húmeda que no prende –dijo ella. Paul apareció justo en este momento. -Hijo, ¿qué te has hecho en el ojo? –le preguntó su madre preocupada. -¿Y por qué la leña está tan húmeda? –gruñó su padre. Paul, nervioso, tragó saliva y se acercó a él arrastrando los pies. Estaba muy avergonzado por haberles fallado llevando por pereza una leña tan verde el día anterior. Intentando no echarse a llorar, les contó que se había quedado dormido al pie de un árbol y que había elegido una leña demasiado verde y se había hecho daño en el ojo al intentar partirla. -¡Siento mucho no haber ido al bosque como me pediste, papá. Me sentía tan cansado que intenté hacer lo más fácil!  -confesó. -Pues cuando hayamos conseguido recoger leña seca para preparar el desayuno, ya será demasiado tarde para ir a ver las ballenas, porque se encuentra muy lejos de aquí  -dijo el padre. Paul se llevó una buena decepción, pero decidió corregir su error. Aquel mismo día fue más tarde al bosque y recogió un montón de leña seca. A la mañana siguiente su madre pudo prepararles un suculento desayuno. Y su padre, para premiarle por haber trabajado tanto, le llevó a ver las ballenas, una experiencia mágica que Paul nunca olvidaría. Y la moraleja de la historia es: Los perezosos se defraudan a ellos mismos y también a los demás. Una persona sabia trabaja con tesón para disfrutar de las recompensas de su trabajo y tener la satisfacción de saber que ha dado lo mejor de sí misma.